sábado, 2 de mayo de 2009

oración a la virgen Maria "Ave María"


Dios te salve, María.
Llena eres de gracia.
El Señor es contigo.
y bendita Tú eres,
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros,
los pecadores,
ahora y en la hora
de nuestra muerte.

Amén

EL NACIMIENTO DEL SEÑOR JESÚS


De una Virgen hermosa
Celos tiene el sol,
Porque vio en sus brazos
Otro Sol mayor.
Cuando del oriente
Salió el sol dorado,
Y otro Sol helado
Miró tan ardiente,
Quitó de la frente la corona bella,
Y a los pies de la Estrella
Su lumbre adoró,
Porque vio en sus brazos
Otro Sol mayor.
«Hermosa María,
Dice el sol, vencido,
De vos, ha nacido
El Sol que podía
Dar al mundo el día
Que ha deseado».
Esto dijo, humillado,
A María el sol,
Porque vio en sus brazos
Otro Sol mayor

Camino a Belen


Caminad, Esposa,
Virgen singular;
Que los gallos cantan,
Cerca está el lugar.
Caminad, Señora,
Bien de todo bien,
Que antes de una hora
Somos en Belén;
Allá muy bien
Podréis reposar.
Que los gallos cantan;
Cerca está el lugar.
Yo, Señora, siento
Que vais fatigada,
paso tormento
Por veros cansada;
Presto habrá posada
Do podréis holgar
Que los gallos cantan,
Cerca está el lugar.
Señora, en Belén
Ya presto seremos;
Que allí habrá bien
Do nos alberguemos;
Parientes tenemos
Con quien descansar.
Que los gallos cantan,
Cerca está el lugar.
Ay, Señora mía,
Si parida os viese,
De albricias daría
Cuanto yo tuviese;
Este asno que fuese,
Holgaría dar.
Que los gallos cantan
Cerca está el lugar.

LA VISITACIÓN



¿Dónde por tierras extrañas,
Virgen con tanto fervor?
-Dónde me lleva el Señor
Que yo llevo en mis entrañas.
-¿Cómo es posible llevar,
Virgen, al que os lleva a vos?
-Como el que me lleva es Dios,
Que ha querido en mí encarnar.
-Pues ¿cómo por las montañas
Lleváis a tan gran Señor?
-Mas, lo lleva el grande amor
Que lo trajo a mis entrañas.
-Parece en vos cosa nueva,
Virgen, ir apresurada.
-Hácelo el ir abrasada
Del amor del que me lleva.
-Pues ¿luego a tierras extrañas
Os lleva sólo el amor?
-No, que todo es del Señor
Que yo llevo en mis entrañas.
-Ya sé que os lleva el doncel;
Mas ¿dónde vais a aportar?
-Voy con Él a visitar
A mi parienta Isabel.
-¡Oh, qué cosas tan extrañas
Que al siervo sirva el Señor!
-Esto y mas hace el amor
Del que llevo en mis entrañas

LA ANUNCIACIÓN - ENCARNACIÓN


Estaba María santa
Contemplando las grandezas
De la que de Dios sería
Madre santa y Virgen bella
El libro en la mano hermosa,
Que escribieron los profetas,
Cuanto dicen de la Virgen
¡Oh qué bien que lo contempla!
Madre de Dios y virgen entera,
Madre de Dios, divina doncella

Bajó del cielo un arcángel,
Y haciéndole reverencia,
Dios te salve, le decía,
María, de gracia llena.
Admirada está la Virgen
Cuando al Sí de su respuesta
Tomó el Verbo carne humana,
Y salió el sol de la estrella.
Madre de Dios y virgen entera,
Madre de Dios, divina doncella

La asunción de María

Virgen pura, hoy
quiere DiosQue subáis del suelo al Cielo,
Pues cuando quisisteis vos,
Él bajó del Cielo al suelo.

Si en la tierra daros quiso
Dios del bien que allá tenía,
¿Qué os dará en el paraíso,
Donde todo es alegría?
El amor vuestro y de Dios
Hoy se encuentran en el vuelo,
Pues por Él a Dios váis vos,
Y Él a vos vino del Cielo.

El Padre os da la corona,
El Hijo su diestra mano,
Y la Tercera Persona
Os da su amor soberano.
AIcanzáis, Virgen, de Dios
Premios, honras y consuelo,
Y por Él sois Cielo vos,
Y Él por vos hombre en el suelo.

historia de lavirgen maria


Madre de Jesús. Los evangelios sólo aportan, respecto a María, los datos fundamentales y algunas anécdotas. Consta que antes y después del nacimiento de Jesús vivió en Nazaret, pequeña ciudad de Galilea y que, según la ley, estuvo casada con José, artesano, de la familia de David. María acompañó a Jesús durante su ministerio de un lugar a otro, junto con las mujeres que le acompañaron desde Galilea y los "cuatro hermanos de Jesús": Santiago, José, Simón y Judas, hijos de María y Cleofás.
Tanto María como los cuatro hermanos fueron rodeados de una atmósfera de veneración que siguió en aumento, puesto que María cumplía de modo convincente las condiciones propias de los ciudadanos del reino. Como ejemplo del recuerdo que los primeros discípulos conservaban de María se encuentran las palabras que se colocan en boca de Isabel: "Bienaventurada tú que has creído" (Lc. 1,45). Tiene también un recuerdo vivo la frase de Lucas: "María conservaba todos esos recuerdos, meditándolos en su corazón" (Lc. 2, 19).
Detalle de La anunciación (1440), de Fra Angélico
María estuvo al pie de la cruz y fue testigo de la resurrección. Su mención en el cenáculo (Act. 1,14) junto con los doce apóstoles, las demás mujeres y los "hermanos de Jesús", es el inicio de una presencia viva y constante en el seno de la iglesia primitiva. La comunidad de Jerusalén honró también a María como "Madre del Señor", título con el que hacían participar a María de la gloria de Jesús e iniciaban con ello el proceso de reflexión teológica en torno a lo que ha venido a llamarse "las glorias de María".
Desde el punto de vista de la fe cristiana, la figura de María tiene una relevancia singular, creciente a lo largo de los siglos. Por lo que se refiere al Antiguo Testamento, la tradición ha señalado numerosos textos en los que se encuentran anuncios proféticos sobre María. Un pasaje que ha tenido suma trascendencia es la profecía del Emmanuel (Is. 7,14). En ella Isaías anuncia como signo divino el alumbramiento por parte de una doncella (hebrero almah y griego parthénos), en el que la iglesia ve el anuncio de la Madre del Mesías y de su virginidad.
En el Nuevo Testamento, las narraciones de la infancia de los Evangelios de San Mateo y San Lucas recogen las enseñanzas acerca de la concepción virginal y el nacimiento de Jesús, transmitidas en la primitiva comunidad cristiana. Narra San Mateo que María concibe virginalmente al Mesías cumpliéndose así la profecía del Emmanuel. "Habiendo concebido por obra del Espíritu Santo, da a luz (continúa diciendo el envangelista) a un hijo a quien se pone por nombre Jesús, Salvador " (Mt. 1, 20-25).
En San Lucas la concepción virginal y la maternidad mesiánica y divina de María se describen en el marco narrativo de la Anunciación como obra del Espíritu Santo (Lc, 1, 26-35). Lucas presenta a la Virgen como figura central del evangelio de la infancia, unida, por tanto, al nacimiento de Cristo; y vuelve a subrayar su presencia en los hechos de los apóstoles al narrar la vida naciente de la iglesia. San Juan describe su presencia en Caná, interviniendo activamente en el primero de los milagros realizados por Cristo, y al pie de la cruz.
Algunos autores cristianos reflexionaron sobre la significación de María en el conjunto del misterio de la salvación y en su relación con Cristo, su hijo. Así, San Ignacio de Antioquía (siglo II) indagó en el misterio de Jesús nacido de María, mientras que San Justino defendió la concepción virginal de María y San Ireneo propuso un paralelismo entre las figuras de Eva-María y Adán-Cristo.
También a mediados del siglo II aparecieron unos textos apócrifos como el Protoevangelio de Santiago donde se contaba la vida de María, desde la de sus padres Joaquín y Ana hasta después del nacimiento de Jesús. En otros textos (Transitus) se explicaba la muerte de María y su asunción en cuerpo y alma a los cielos.
Desde los siglos IV-V se consideró a María como el modelo perfecto de fe y santidad a imitar por las vírgenes cristianas, según la doctrina elaborada por los grandes doctores de la Iglesia (Atanasio, Jerónimo, Ambrosio, Agustín). En 431, el Concilio de Éfeso reconoció a María como Madre de Dios, confirmando así la creencia de muchos fieles que ya desde mucho antes intercedían ante ella.
Para los Padres de la Iglesia era un tema de discusión la perpetua virginidad de María y su santidad personal. Progresivamente llegó a imponerse la idea de una virginidad "antes del parto, en el parto y después del parto" y de una total exención de pecado. La perpetua virginidad quedó definida en el concilio de Letrán (649 a.C.) y en la epístola dogmática del papa Agatón (680 a.C.). El concilio de Trento, por su parte, sancionó (1547) su total exención del pecado.
Después de siglos de discusión entre las escuelas, la Iglesia fue llegando a la conclusión de que María había sido redimida en atención a los méritos de Cristo, pero que, desde el primer instante de su ser se había visto libre de la mancha original. Éste es el dogma de la Inmaculada Concepción definido por Pío IX en 1845. En la bula Munificentissimus Deus, Pio XII definió en 1950 el dogma de la Asunción o glorificación de María, es decir, fue asumida en cuerpo y alma al cielo después de su muerte sin conocer la corrupción del sepulcro.